Por el camino hemos hecho un sinfín de amigos, peules, himbas, masais, afar o tubus. Con todos ellos hemos compartido momentos inolvidables y, en cada aldea, hemos dejado parte de nuestro corazón. Ya somos feligreses de aquella iglesia del norte de Tanzania, hijos adoptivos de una aldea perdida del desierto del Ametlich, hinchas del equipo de futbol de un colegio del Kalahari o fieles amigos de Modou y sus chicos a orillas del Gambia. En algunos de estos proyectos ponemos, encantados, nuestro «granito de arena».