27 Oct Egipto: El Desierto Blanco

He vuelto. En realidad nunca me fuí. Siempre estuve allí, en África, en cuerpo o alma, cumpliendo mis sueños o soñando que los cumplía. Y ahora que por fin lo he conseguido y he vuelto a trabajar en un país africano, es hora de que atienda las múltiples peticiones (que las hay…) y reavive el blog.

En esta nueva etapa quiero desnudarme ante vosotros (metafóricamente hablando clarostá…) dejando atrás esa imagen de macho alfa y mostrar mi lado mas sensible, combinándolo con ese rigor científico que me caracteriza, para llevaros de la mano hacia los lugares remotos a los que una voz en mi interior me ordena acudir sin descanso.

Además, quería presentaros un nuevo proyecto, que estoy desarrollando junto con otros tres amigos, (lo mejor de cada casa). Estamos dándole vueltas a la cabeza para la creación de una sociedad sin ánimo de lucro, y que si alguien tiene que lucrarse, por lo menos que no seamos muchos a repartir…

La idea de la sociedad es fomentar el conocimiento de las diferentes culturas y formas de vida de los desiertos, y para ello alguien se va a tener que recorrer toooodos los desiertos del mundo (se buscan voluntarios…), (aunque en realidad, lo que mas se busca son mecenas, esponsores, donantes, contribuyentes… en fin, gente dispuesta a rascarse el bolsillo ante tan noble ideal, que es triste de pedir, pero mas triste es de robar…)

No vayáis a creer que esto va a ser una empresa fácil. Haciendo un cálculo por encima, he contado que en el mundo hay mas de 70 desiertos y solo en Africa me han salido mas de 30 entre grandes Erg y desiertos. En ellos hay zonas de interés histórico como los petroglifos del Tassili N´ajer o el Ahhagar, culturas milenarias como las pirámides nubias de Meroe, centros de cultura como Tamegroute o Djenne, ciudades santas como Chinguetti, Adrar o Oualata, reinos como el Songhai o el de Ghana, rutas de las caravanas de sal como Bilma o Agadez, tribus tan diferentes entre sí como los Tuareg, Tubus, Dinkas, Nuer, Turkana, Afar, Songay, Hausa, Daza, Ouaddani, etc., o paisajes que varían desde las cumbres volcánicas del Tibesti a las depresiones del Danakil o el lago Assal, los milagrosos lagos de Ubari, los laberintos de Awayké, etc etc. Como veis, no todos los desiertos son iguales no.

Y sirva como ejemplo la zona que os presento hoy, en la que nos podemos encontrar con el Desierto Negro, el Desierto Blanco de Bahariya y las dunas rojas de Wadi Hamra en el Gilf Kebir.

Está previsto que organicemos un par de viajes anuales a algún desierto que se seleccione entre las diferentes propuestas. Mas adelante organizaremos conferencias, seminarios, conciertos de música africana, clases de zumba, proyección de cines de autor y cortometrajes con mensaje (nada de violencia que queremos dar una imagen trendy), lectura de poemas (la asistencia a estas actividades será obligatoria para los iniciados), catas de gin tonics (la asistencia a ésta será recomendable) etc etc, vamos lo que se dice unos planazos para captar afiliados.

La sociedad se va a llamar «Desertando» (hemos querido poner un nombre en inglés para darle un caracter mas internacional al asunto aprovechando que prácticamente somos bilingües, una cosa…, que nadie piense que es una alusión a que haya dejado temporalmente la vida militar, que esa siempre irá por dentro).

Los estatutos de la sociedad están en plena fase de redacción, los terminaremos tan pronto consigamos reunirnos sin que nos distraigan los efluvios de los gin tonics y el culito de la camarera, que con tanto lío no hay quien se centre.

Por eso he pensado que el mejor modo de dar a conocer este proyecto es acompañarlo presentando un desierto muy especial.

Cuenta la leyenda que allá por 1835, un pastor de camellos que tenia una hermosa hija llamada Zoraida pero que no viene al caso por muy mona que fuera, le comentó al egiptólogo John Wilkinson la existencia de un misterioso oasis llamado Zerzura localizado en la confluencia de tres valles en la meseta de Gilf Kebir.

Esta revelación, unido a la mención de dicho oasis en el libro ‟Las Perlas escondidas», llevó a que un grupo de aventureros se reuniera 100 años mas tarde en la localidad sudanesa de Wadi Haffa para crear el Zerzura Club, con la intención de encontrar el último oasis, el oasis perdido de Zerzura.

Asi, desde los oasis de Kharga, dakhla, farafra y Bahariya, empezaron a recorrer la zona atravesando el desierto blanco que os enseño en esta entrada.
El inicio de la II Guerra Mundial hizo que el grupo se separara y combatieran en la misma zona en distintos bandos dejando la búsqueda del oasis para mejores tiempos. Así los británicos Ralph Bagnold y Patrick Clayton crearon el Long Range Desert Group y el Conde Almasy ( el paciente inglés) se convirtió en espía del Tercer Reich. Otro dia os contaré su verdadera historia.

Pero la ubicacion del oasis continúa siendo un misterio y al igual que Tombuctú, simbolizan el espíritu romántico de la aventura.
Anda que mira que si lo encontramos nosotros….

Pero llegar allí no es nada fácil, dias atrás un grupo terrorista islamista habia atacado un destacamento militar junto al oasis de Farafra matando a 22 soldados y desde entonces la policía ponía muchas dificultades para entrar en la zona. No se que pasa, pero desde hace algunos años a los malos y a mi nos gusta frecuentar los mismos lugares.

De regreso al Cairo, tras tres intentos fallidos y a punto de tirar la toalla, me acerqué a un MacDonald para degustar las especialidades de la cocina egipcia y conocí a unos alemanes que habían conseguido el permiso de la policía, asi que después de hacerme el simpático y contarles lo de cuando viví en el Chad, que siempre funciona, conseguí que me aceptaran como animal de compañía y me marché con ellos. (ya sabeis, A sorte protege a os audaces).

Lo demás ya lo imagináis. Por la noche, tras llegar al Desierto Negro, me acosté temprano, pues me dolían mucho las manos de tanto hablar alemán, y me apetecía disfrutar de un increíble cielo estrellado. Estas noches tan intensas me pongo especialmente tierno, nunca estoy solo, me acompañan mis padres y toda mi familia, pues siempre aparecen en la duna junto a mi. Es horrible lo moña que me pongo, cualquier cosa me emociona, empiezo agradeciendo a Dios por la suerte que tengo y termino llorando con la canción de Paquirrin, la de Cuento de Hadas, temazo, por cierto…

De regreso a casa, aquellas voces que solo yo oigo y que me insistían que visitara el desierto blanco se fueron apagando. Parecía que estaba curado, pero esta mañana he empezado a oír cada vez mas fuerte las mismas voces exigíéndome que recorra el Desierto de Gilf Kebir, es horrible, no me van a dar descanso….

Por cierto, al regresar a casa me han contado que en el Cairo había una especie de pirámides, ni idea, voy a ver si la próxima vez que vuelva me fijo bien.

Como veis he vuelto, y esta vez para quedarme, porque la verdad es que nunca, nunca he dejado de buscar el oasis perdido de Zerzura.